martes, 24 de marzo de 2009

El demonio de la tarde




Hay una frase que, atribuida normalmente al actor Sean Connery, parece pensada para abrir este comentario: “En el riesgo está el placer”. Y es, en efecto, lo que seguramente pensó el escritor Josep Sempere mientras estaba escribiendo su obra El demonio de la tarde, una pieza compleja y sin concesiones que presentó al premio Gran Angular del año 2007. Y aunque no obtuvo el galardón (que recayó finalmente en la joven murciana Marta Zafrilla) sí que elaboró una novela de gran valía, asombrosa estructura y loable densidad.

Su protagonista es el escritor Claudio Muns, que está sufriendo una prolongada sequía creativa que dura ya tres años y que acude a impartir una charla en un centro educativo. Allí conoce a Abril, una extraña muchacha de dieciséis años que le entrega un cuaderno con el título de El demonio de la tarde. La chica le recuerda a una antigua novia, y parece calcar los rasgos faciales de un cuadro de Botticelli. Pero la situación se complica cuando sale del centro, porque una enorme nevada se abate sobre su coche, provocando su aislamiento y sepultura. Cuando, pasado mucho tiempo, consiguen localizar el vehículo, la mayor de las perplejidades asalta a todos: Claudio Muns no está en su interior. ¿Qué ha ocurrido con el novelista? ¿Cómo consiguió salir del coche en medio del vendaval? ¿Y dónde se encuentra, entonces? ¿Acaso ha aprovechado la coyuntura de la tormenta para huir y emprender una nueva vida? Preguntas como éstas llevan a su hijo Julio hasta el centro educativo donde se vio a su padre por última vez. Allí se interesa por conocer a Abril (de la que tiene noticia por un cuaderno que ha dejado su padre en el interior del vehículo inmovilizado por la nieve)... y comenzará una gran cadena de sorpresas y revelaciones misteriosas, que no sería conveniente ni justo desvelar aquí. Que nadie espere, en todo caso, una obra fácil, una novela repleta de enigmas niñoides o caminos trillados. Nada más lejos. Josep Sempere decidió arriesgarse, y lo hizo a conciencia. Metió los brazos en un argumento donde la realidad, los sueños, la vida oculta de las frustraciones, las culpas que todos arrastramos, el peso del ayer y las misteriosas reacciones del ser humano se combinan y barajan en cien páginas que son auténtica dinamita. Prepárese el lector para emociones fuertes; y prepárese también para una trama que da vueltas, dibuja giros y traza quiebros de magnitud considerable. ¿Obra para adolescentes? Sin duda. Pero también para adultos que estén dispuestos a sumergirse en una aventura que los llevará al límite de su credulidad. Cuando uno de los personajes dice, en la página 61: “Me había metido de lleno en un verdadero laberinto”, está diciendo la verdad, porque El demonio de la tarde es una novela construida sobre juegos de espejos, una novela donde los narradores sucesivos o encajados van destapando poco a poco las matriuskas del argumento. Muy recomendable.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo personalmente no e entendido el final...

Laura dijo...

Yo no entendí el final